Es una medida de la facilidad con la que las cargas eléctricas, típicamente electrones, pueden moverse a través de un material cuando se aplica un voltaje o una diferencia de potencial a través de él.

La conductividad se expresa cuantitativamente mediante una propiedad conocida como conductividad eléctrica o conductividad específica. Por lo general, se representa con el símbolo σ (sigma) y se mide en unidades de siemens por metro (S/m) o mho por metro (℧/m).

Los materiales con alta conductividad eléctrica permiten que las cargas eléctricas fluyan a través de ellos fácilmente, mientras que los materiales con baja conductividad eléctrica impiden el flujo de cargas eléctricas.

Los metales, como el cobre, la plata y el aluminio, son conocidos por su alta conductividad eléctrica debido a su abundancia de electrones libres que pueden moverse libremente en respuesta a un campo eléctrico. Estos materiales se utilizan a menudo en cableado y conductores eléctricos.

Los no metales, por otro lado, generalmente tienen una conductividad eléctrica más baja. Sin embargo, hay excepciones, como el grafito, que exhibe una conductividad eléctrica relativamente alta debido a la presencia de electrones deslocalizados en su estructura.

La conductividad eléctrica de un material depende de varios factores, incluida su estructura atómica o molecular, la presencia de impurezas, la temperatura y otras condiciones ambientales. Es una propiedad importante a considerar en aplicaciones eléctricas y electrónicas, ya que los materiales con mayor conductividad son más eficientes en la transmisión de señales eléctricas o energía y minimizan las pérdidas de energía.